jueves, diciembre 11, 2008

Facundo Cabral

Se me ha criticado, y no sin razón, el haber transformado esto en una enumeración obituaria, y es sólo que la gente se muere, pero el interés sigue estando en los vivos, el escaso interés que se genera en un tiempo en que las individualidades son miradas con recelo, en que toda actividad singular es objeto de sospecha. Busco y busqué, a los originales por imperio propio.

Leo en afiches que forran todo buenos aires que empieza a despedirse.
Un conocido en común me dijo que lo buscara en el café del barrio, en el de siempre, dijo que a pesar de turistas y guarangos, a la tarde andaba por ahí
Con Dominiqie Lapierre, son los dos profesores naturales de optimismo que he conocido. Jodorowsky es otra cosa, juega al sabio. Facundo ya lo es.

Está lleno de gente a la que uno no conoce mas que en cenas, casi se puede asegurar que el destino de esas actividades sociales es simplemente hacer un vuelo rasante sobre los otros, afortunadamente este no fue el caso.
Recuerdo la noche que lo conocí, fue en la casa de Ricardo Rocha, cuando Polanco y todo México eran mas respirables.
Éramos varios los invitados, una par de periodistas a la moda, cantantes de boleros, empresarios por corromperse, estaban también Carlos Monsivais y Jaime Sabines, quiero decir que allí estaba, lenta, minuciosa y sutil, toda la literatura mexicana.
Yo había ido con mi amada Natasha, un ángel que nunca supimos cuidar de su voluntad ¡cuantos debimos!
Prefiero no recordar, mejor no recordar.
Algunos no se explicaban la causa de su éxito, siendo un extranjero que no se preocupaba mucho porque lo entendieran, otros salieron con la cosa remanida de los temas universales, alguna gilada de esas que le atribuyen a Brecht sobre pintar aldeas y sandeces por el estilo. Nadie se atrevió a decir que es una figura, que es un artista, un original. El público lo sabía, lo sabe y lo reconoce inmediatamente.
Los mexicanos siempre parece que entienden mejor, es que ellos tuvieron edad media.

Llegue a la Biela como siempre, caminando. Lo veo, creo que me ve, mis más de noventa kilos son indisimulables. Me acerco.

- te dejaste la barba
- si, fiaca de afeitarme
- hay vino tinto

Me senté.

- estoy empezando a aterrizar, pero aterrizo despacio
- el jefe llama, claro

La conversación transcurre sólo para nosotros, nunca reproches, optimismo asustante de quien, se sabe, ha sufrido y sufre. Cierta anécdota que motiva la desconfianza, y es que algunos no le creemos que haya sido tan querido por Teresa, y no por el, es que la de Calcuta era jodida, todos lo sabemos.
De entre las muchas cosas, nunca voy a poder decir que fuimos amigos, y esta bien, es así.
Alguna vez compartimos un escenario y algunos tragos en un país lejano, nada mas.

1 Comments:

At 12:17 a. m., Anonymous Anónimo said...

no tengo edad
ni porvenir....


Ric

 

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