lunes, diciembre 22, 2008

Tara Oriental

Es alarmante la penetración de la "cosa" oriental en el publico femenino, sobre todo en el que pulula por los diferentes palermos, uno se encuentra con un montón de mujeres dispuestas a hacernos creer, quizá ellas mismas estén convencidas, de las ventajas y la superioridad del pensamiento venido de oriente, lo mismo Laos que China, por sobre el sólido occidentalismo en el que fuimos criados.
Es raro el entroncamiento que se produce con el feminismo (o lo que entiendan ellas por eso) la liberación femenina y sucedáneos; para empezar a todas las pseudo feministas que me hablan del tema les he preguntado si son concientes del papel de la mujer en la cultura de oriente todo, y ninguna me respondió, claro, seria vergonzoso.
En una reunión en casa de unos amigos salio el tema, entonces una me explica que en otra vida fue almacenero en Delhi, otra mirándome fijamente, con la seriedad que usaría para dar la formula de la coca cola, me decía que los huesos respiran y el masaje thai los libera y sandeces por el estilo, a cual mas disparatada, a mi, que ni cuello mao he usado.
No me vengan con los 6, 10 o 500 mil años de civilización, porque tardaron 50 en darse cuenta que el comunismo no basta.
Es como esos que creen que con el tiempo la gente mejora, no señor, el que nació boludo, muere boludo, a lo sumo con los años, por supervivencia pura, aprende a disimularlo.
Ni hablar de las que por fuerza de voluntad han logrado cierta flexibilidad física practicando yoga y creen que pueden tener sexo tantra o zen o como prefieran disfrazar ahora al noble encuentro entre dos cuerpos
La mas dulce de todas ellas me comento que la otra tarde estaba leyendo un libro sobre gestualidad japonesa y descubrió que "emi" significa "sonrisa" (no me reí).
Claro, ya lo sé, es ineludible cambiar de amigos.

En un Paris lejano ya, en los antecedentes del mayo del 68, alguien escribió un graffitti en la Fac de lenguas orientales decía esto:

¡Abajo el orientalismo neo-exótico!"
Fac. de Lenguas Orientales

jueves, diciembre 11, 2008

Facundo Cabral

Se me ha criticado, y no sin razón, el haber transformado esto en una enumeración obituaria, y es sólo que la gente se muere, pero el interés sigue estando en los vivos, el escaso interés que se genera en un tiempo en que las individualidades son miradas con recelo, en que toda actividad singular es objeto de sospecha. Busco y busqué, a los originales por imperio propio.

Leo en afiches que forran todo buenos aires que empieza a despedirse.
Un conocido en común me dijo que lo buscara en el café del barrio, en el de siempre, dijo que a pesar de turistas y guarangos, a la tarde andaba por ahí
Con Dominiqie Lapierre, son los dos profesores naturales de optimismo que he conocido. Jodorowsky es otra cosa, juega al sabio. Facundo ya lo es.

Está lleno de gente a la que uno no conoce mas que en cenas, casi se puede asegurar que el destino de esas actividades sociales es simplemente hacer un vuelo rasante sobre los otros, afortunadamente este no fue el caso.
Recuerdo la noche que lo conocí, fue en la casa de Ricardo Rocha, cuando Polanco y todo México eran mas respirables.
Éramos varios los invitados, una par de periodistas a la moda, cantantes de boleros, empresarios por corromperse, estaban también Carlos Monsivais y Jaime Sabines, quiero decir que allí estaba, lenta, minuciosa y sutil, toda la literatura mexicana.
Yo había ido con mi amada Natasha, un ángel que nunca supimos cuidar de su voluntad ¡cuantos debimos!
Prefiero no recordar, mejor no recordar.
Algunos no se explicaban la causa de su éxito, siendo un extranjero que no se preocupaba mucho porque lo entendieran, otros salieron con la cosa remanida de los temas universales, alguna gilada de esas que le atribuyen a Brecht sobre pintar aldeas y sandeces por el estilo. Nadie se atrevió a decir que es una figura, que es un artista, un original. El público lo sabía, lo sabe y lo reconoce inmediatamente.
Los mexicanos siempre parece que entienden mejor, es que ellos tuvieron edad media.

Llegue a la Biela como siempre, caminando. Lo veo, creo que me ve, mis más de noventa kilos son indisimulables. Me acerco.

- te dejaste la barba
- si, fiaca de afeitarme
- hay vino tinto

Me senté.

- estoy empezando a aterrizar, pero aterrizo despacio
- el jefe llama, claro

La conversación transcurre sólo para nosotros, nunca reproches, optimismo asustante de quien, se sabe, ha sufrido y sufre. Cierta anécdota que motiva la desconfianza, y es que algunos no le creemos que haya sido tan querido por Teresa, y no por el, es que la de Calcuta era jodida, todos lo sabemos.
De entre las muchas cosas, nunca voy a poder decir que fuimos amigos, y esta bien, es así.
Alguna vez compartimos un escenario y algunos tragos en un país lejano, nada mas.