martes, noviembre 27, 2007

Corbata

Una vieja conocida me regalo una corbata, no es desagradable, pero es de esas que nunca usaría, intenta con la contundencia del agasajo inesperado, la dulce violencia de cambiarme; si ellas pudieran, nos reformarían algo a todos, quiero decir que nos estropearían, nos molturarían hasta las cenizas, para hacer desde nuevo, en su delirio, la obra de un midas de sastrería.
Un hombre siempre es otro mirado por una mujer y la corbata que te compran es reflejo de cómo te miran y de cómo te ven. Seda proyectiva.
Muchas mujeres necesitan un hombre toda su vida, alternativos o sucesivos, para regalarles corbatas en navidad o el cumpleaños.
Ellas insisten en el hombre débil, adolescente tardío, primero o eterno, con la corbata absolutamente equivocada, para en un gesto reclamable a futuro, imponer su voluntad rectificadora con un trozo irregular de jackard .

Nunca dejo que nadie compre la ropa que voy a usar, la ropa, como las mujeres y los trabajos, es mejor conseguirlos uno mismo.

Módicos cambios uno acepta, cede superficialmente; al cabo, las únicas que valen son las que me despeinan.