sábado, noviembre 12, 2005

Por el calor falla Francia

Hace un par de temporadas 10.000 viejos se morían en Francia producto de una canícula, monsieur Raffarin, muy oportunamente, nos anticipo que mas de la mitad en realidad eran victimas de la “solitude”.

Hoy, otro calor en otoño es el que hace estallar y arder automóviles por doquier, y curiosamente, aunque no haya un Raffarin para decírnoslo, mucho tiene que ver la “solitude”.

Pero no sólo la personal y sentida, sino la social, esa soledad que no permite mirar hacia adelante, la soledad de sentir que no se pertenece, la soledad de no tener tiempo de cambiar de camisa, la soledad de la multitud, la soledad de estar solo, la soledad de la soledad.

Quiza Francia sea un país con demasiadas individualidades, entonces alarma la falta aparente de articulación , no hay con quien negociar, no están pidiendo nada especifico, pero el malestar existe y esta allí, se manifiesta en la pira sagrada de un Peugeot o de un Renault, justificando a Sarkozy a pedir que se expulse a la “escoria” del país, modo conocido de apagar fuego con gasolina ( y nunca mejor utilizada la expresión).

La soledad es un artilugio indescifrable. Nunca nos hemos atrevido a ir al fondo de la soledad, se avergonzaba Bernanos.