sábado, julio 23, 2005

Oriana Fallaci

No, no es ella la que escribe, es el dragón inexorable con su fuego, el que consume feroz lo poco que le queda de vida.

La leemos y otra vez salen a la luz odios y pánicos de quien sabe le queda poco. ¿Es esto excusa para perdonarle todo lo que se le antoja decir, todo lo que se le ocurre agredir? no, al cabo todos nos estamos muriendo, sin la certeza de la Falaci, con la incertidumbre vital de siempre, pero todos nos morimos.

Hace unos años, cuando todavía salía a la calle, dijo que era la llama que iluminaba los caminos, la luz ante la oscuridad que se avecina.

La llama en ella es odio, resentimiento, superstición, prejuicio, racismo, superchería, la luz que la ciega es el miedo al fin. En otro contexto no habría diferencias entre sus teorías y las del nazismo, simplemente cambiar judíos por islamistas y nadie notaría distinciones, su originalidad se basa en ser nazi 60 años después.

Todas su teorías se caen por si solas, baste mencionar que es la única persona sobria que defiende a Bush, o creer que el gobierno español actual llego al poder por un contubernio homosexual, sandeces por el estilo.

Toda su vida se dedico a hacer lo que le venía en gana y, ahora, con los años, descubre que la vida no le dio lo que ella esperaba. No puede ser madre. Se ha puesto a decirnos como debemos vivir, cuando ella no lo ha podido llevar a buen termino.

Es la necesaria idiota útil, la voz cantante y escribiente de los ultramontanos europeos, reaccionarios de provincia que, como ella, también tienen miedo. Ambos saben que se están muriendo, si no es que murieron hace mucho y nadie todavía les ha avisado.

Para todos aquellos que la conocimos hace muchos años, cuando no era esto de ahora, el final era evidente, llego a la convicción de estar por encima de nosotros, pobres mortales, incluso de los que estábamos de acuerdo con ella; se invento un credo y esparció por doquier predicciones apocalípticas y enseñanzas delirantes, desde entonces se la pasa intentando modificar la realidad para que encaje con su idea del orden universal.

Lastima grande, uno a uno ha ido perdiendo los pensamientos, los trenes y los tornillos.

martes, julio 12, 2005

Y.S.L.

Los ojos de mi gata son espejos de Siam, espejos de cristal de roca, color mineral que me observa desde la comodidad de mi falda, o en un rincón inesperado de la biblioteca, donde esta la frase de Jardiel.

Hoy ya leí todos los diarios y revistas a mi alcance, y nada. Busco una transacción entre lo imaginario y lo real; la sequía, la falta de asombro, la mudez, eso es la página en blanco esta mañana. Camino por mi casa como un toro herido. Salgo a la calle, la lluvia pone triste a la ciudad, entro al bar, la camarera es una prepotencia visual, no ha de tener más de 28 años y, sin embargo, es posible que bajo todo ese maquillaje y ropa estratégica, quede un atisbo de juventud. Tiene ese encanto de la belleza derrotada, la vida no estuvo muy amable con ella. No lo es aún. Tomo un café, lo sigue un whisky. Es whisky de garrafón. Con los años me he dado cuenta que las ideas llegan con un buen Ballantine´s de 12 años, pero hoy todo es de garrafón, no sólo el whisky.

Miro la ropa de la camarera (buenas tetas, por cierto) y recuerdo la fecha, que al parecer esta olvidada por muchos, más de lo debido. Salgo a caminar por Rive Gauche, a mirar trapos, hasta que llego al escaparate que buscaba, me fue fácil reconocerlo, por que ya tiene el aroma de un tiempo pasado. Hace dos años solamente, él, que ayudo a inventar a la mujer moderna, quiso abdicar, con este acto, sencillo de mirar, supo despertar la admiración que genera quien sabe retirarse a tiempo, huyendo de la asechanza del deterioro, huyendo del ego, que no asecha, está. Creo que se peleó con la gente de Gucci, él dice que la salud no le responde, que más da. 45 años creando la experiencia sensual y cautivante de su ingente profesión de color y figura: la moda.

Algo de Picasso, algo de Visconti, mucho de arte hubo en las creaciones de ese genio irreprochable, exquisito explorador de la forma elegante. Verdadero protagonista del siglo XX por imperio propio.

Hace dos años se retiró Yves Saint Laurent, ya no hay más de esos, hoy, son todos de garrafón, como el whisky que pido en este otro bar, que me sirve otra camarera igual de torpe que la anterior, pero con buen culo, y menos maquillaje, que no es poco. ¿Cómo transformar ese final en un buen principio?

"Yo también soy por naturaleza melancólico, un hombre taciturno, desasosegado, susceptible y desconfiado, aunque tengo mis momentos de volubilidad y fou rire.”

Vladimir Nabokov