jueves, junio 30, 2005

Faberge

Esta humanidad semoviente ha perdido mucho de elegancia.

El nombre de P. Carl Fabergé (1846-1920) hace referencia a una elegancia esencial y el supremo lujo de lo tan bello como inútil. Él fue el materializador del delirio ornamental del zarismo.

Diademas, cigarreras, brazaletes, relojes, collares, barómetros, perfumeras, pendentifs, anillos, una conflagración de lo muy especialmente valuado.

Los huevos Fabergé son de otro lugar y de otro tiempo, donde eran valores lo distinguido, lo refinado, lo elegante, lo delicado, lo selecto, lo notable; hoy, todo es pretencioso, basto, vulgar, ordinario. cincuenta y seis únicos ejemplares en el universo de la exquisitez. Realizados en metales preciosos, con decoración de esmalte y piedras, cada uno de ellos es un prodigio de buen gusto e ingeniosidad. Aves del paraíso.

Este es un momento en la historia en que, como pocos, tenemos el dinero, ¿por qué no está la capacidad, el talento?, Si, se me dirá que los tiempos cambian, pero la necesidad del lujo se perpetúa bajo distintas formas, desde siempre.

¿Dónde están ocultas ahora esas formas?

En octubre de 1917, nació el final de una época.

Salut !!

1 Comments:

At 10:47 a. m., Anonymous Anónimo said...

usted sabe expresarlo y no tiene temor a ser juzgado.
el imperio de la vulgaridad es demoledor.

acabo de participar de una situación en la que un grupo de señores que percibirán sumas muchísimo más interesantes a la que me tocará en suerte, ocuparon las escasas sillas del lugar.
con un desparpajo asombroso, por la falta de elegancia en la postura y no reparando ni siquiera en haberse dado un buen baño con cepillo de acero, jabón blanco federal y lavandina, no me ofrecieron silla.
ustedes (intérpretese: mujeres) quieren igualdad, dijeron, justificándose.

yo pensé: a estos pelotudos no hay plata que los haga brillar, ni aunque le den con franela el día completo.
a lo sumo, se engrasará la franela.

prefiero estar parada, contesté, así no arrugo mi traje.
igualmente agradezco que su omisión haya colaborado con mi economía evitando tintorería, caballero.

 

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